sábado, 15 de abril de 2017

Reseña: "La habitación oscura", de Isaac Rosa



Autor: Isaac Rosa
Editorial: Seix Barral
Año de publicación: 2013
Valoración: Está bien

Intuyo los cuerpos que me preceden. El guía ha ordenado que iluminemos los escalones, descendemos ignorando la bóveda milenaria de la cueva de Trinidad Grund, su voz nos ilustra: el homo sapiens sapiens... Por lo que nos cuenta me temo que aquella época analógica y cavernaria era más humana que la actual, virtual y de grafeno. En este tiempo de capitulación sin lucha, hay zapadores paracaidistas con alma de escritor, detectan minas, abren sendas, construyen puentes. Entre estos se encuentra Isaac Rosa, en la vanguardia del grupo de insumisos, como acredita su hoja de servicios. 

En La habitación oscura Isaac experimenta con doce sujetos y con el lector, invitado antes de apagar las luces. Como laboratorio, una habitación que nos ciega; como condiciones de contorno, la actual crisis social (el libro se publicó en 2013); como parámetro a evaluar, mi comportamiento y el de mis amigos. Una sociedad inmersa en una situación límite es un planteamiento ya conocido ―por ejemplo, Ensayo sobre la ceguera de Saramago―, pero aquí el matiz, muy incómodo (un pellizco al inicio, un bocado al final), es verse reflejado e interpelado por padecer la misma crisis. Simultáneamente, lector y protagonista.

Esta habitación (un trastero en el subsuelo) y su acceso (unas escaleras) evocan la alegoría platónica pero con otra interpretación: la luz (mundo exterior) nos cohíbe y condiciona, la oscuridad nos redime. En la negrura de esta habitación nos descubrimos, nos despojamos del yo público para liberar al yo real pero desconocido. El tiempo nos transforma y la caverna moderna nos acompaña en la mutación, de un paraíso lúdico (sexual) a un búnker contra el exterior. 

La historia, aunque parte de la trama transcurre a oscuras (o quizá por eso), me parece muy cinematográfica. Tal vez, otro zapador paracaidista, como Jaime Rosales, nos haga ver en la oscuridad.

Como ya hiciera en La mano invisible, los personajes no somos carnales ―¿alto?, ¿cojo?, ¿bizco?―, la crisis no distingue, pero sí identificables aunque carezcamos de apellido. La primera parte de la novela es coral, combina nuestro muestrario de heridas infligidas por la crisis con algunas reflexiones con tintes de ensayo. Ante este collage, la historia avanza gracias al secreto inoculado desde la primera página, nos clausuran la habitación, y por la identificación con la atmósfera anímica y social, excelentemente transmitida. Sin embargo, al sobrevolar el contexto social, sin profundizar en el tuétano del porqué, ¿cómo sobreviviremos el paso del tiempo los protagonistas de esta novela?

Tal vez por eso, en la segunda parte se concreta la historia de algunos de mis amigos (a modo de paradigma) incrementando el ritmo y la tensión. Antes de abandonar esta habitación, Isaac nos mostró, con un lenguaje sin arabescos, las trampas, insinuó un camino pero no tuvo compasión y al final giró el espejo: los héroes no siempre lo son. Por eso, cuando el guía de la cueva Trinidad Grund ordena apagar las linternas, atrapo las fosforescencias de mi reloj. Es pronto para volver a la oscuridad, más aún, si no hay esperanza.  


Extra para los indecisos
Para los que no estáis muy decididos, qué mejor que leer parte del primer capítulo Capítulo I (enlace de la propia editorial)

3 comentarios:

  1. Leí esta novela y no me gustó. Pero si hubiese leído antes tu reseña me habría interesado.
    Me gusta, por cierto, que la reseña la haya escrito uno de los personajes ;)

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    1. A mí tampoco me atrapó, aunque agradezco que uno de los personajes haya redactado la reseña ;)

      Ángeles, muchas gracias por pasarte y comentar.

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  2. Reseña enigmática y bien escrita. Gracias.

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