Había
ganas de ver “Your name”, el anime más taquillero de la
historia en Japón. Una película que ha conseguido arrebatarle ese puesto a “El
viaje de Chihiro” de Miyazaki merece como poco una oportunidad, aunque en mi
caso tenía ciertas dudas. La única película que había visto de su director,
Makoto Shinkai, era “Viaje a Agartha”, y aunque había leído maravillas de ella
y la pintaban como una producción a la altura del estudio Ghibli, para mí fue
una completa decepción. Aun así, las críticas y los números de “Your name” eran
tan apabullantes que sentía una enrome curiosidad por ella. Y puedo decir,
ahora que la he visto, que entiendo su enorme éxito. Os cuento por qué.
Dos
adolescentes, un chico y una chica, se intercambian los cuerpos y, de vez en
cuando y sin que ellos elijan cuándo sucede, pasan un día entero viviendo la
vida del otro. La premisa parece de lo más tonta, suena a comedia chorra para
adolescentes, pero “Your name” es la prueba de que no importa tanto si una
premisa es buena u original: lo importante es si sabes sacarle partido, y
Makoto Shinkai lo hace sobradamente. A través del intercambio de cuerpos nos va
presentando a unos personajes con los que es imposible no empatizar, y no deja
de resultar curioso que a veces los momentos que más información te dan de un
personaje, su vida y sus relaciones, sean los momentos en que es el otro
protagonista el que ocupa su cuerpo.
Los
primeros compases de la película son frescos y se pasan volando. Mientras el
espectador va conociendo la situación, son los momentos cómicos los que marcan
un ritmo muy bien llevado que va in crescendo. Pero el gran acierto del
director japonés es que, cuando puede parecer que la película se va a quedar en
eso, en una serie de situaciones cómicas sin más relevancia, cuando el
espectador aún no lo sabe pero empieza a necesitar algo más, entonces Shinkai gira
el volante y se lleva la historia por otra carretera. Y lo importante es que
esto sucede de forma natural, sin romper la unidad de la cinta.
Una
revelación importante da paso a la segunda parte de la historia, en la que aparece
el drama y empieza una auténtica aventura. Los protagonistas tendrán que
enmendar una situación aparentemente imposible. El espectador se implica
emocionalmente porque el director lo ha preparado todo para que así sea, y aunque
los momentos cómicos no desaparecen, ahora pasan a un segundo plano y se
encargan de rebajar la tensión y mantener la unidad de la película. No diré
nada más de la trama, ni siquiera si el final es satisfactorio o no. En vez de
eso, y a modo de resumen, destacaré lo mejor de la historia: personajes carismáticos
(incluidos los secundarios), una trama en la que el espectador se implica
emocionalmente, cambios y giros bien llevados que aparecen justo cuando son
necesarios y un ritmo perfectamente medido que sostiene la película
estupendamente.
A la
animación no se le pueden sacar pegas. Mientras los gigantes Disney y
Dreamworks le han pegado una patada en el culo a la animación tradicional y
parecen no querer acordarse ya de que un día existió, en Japón parece que
encontramos un foco de resistencia que, esperemos, aguante muchos años aún. Pues
llamadme clásico, antiguo o ignorante (o las tres cosas), pero a mí la
animación tradicional me transmite una vida y una calidez que no encuentro en
el mismo grado en la animación digital. Centrándonos en la película que nos
ocupa, decir que los dos ambientes en que viven los protagonistas, el rural y
el urbano, están perfectamente retratados y consiguen transmitir sensaciones
claramente diferenciadas. Dominan los tonos pastel, en los fondos casi se
aprecia el trabajo hecho a mano y, al igual que en las películas del estudio
Ghibli, no hay grandes alardes, pero todo resulta precioso, funciona y deja que
la animación esté al servicio de la historia y no al revés. A veces menos es
más. Quizá el diseño de personajes, por poner alguna pega, resulta algo estándar
y no se diferencia mucho de lo visto en mil series y películas de anime, pero
el carisma de los personajes pronto convierte esto en una cuestión sin
importancia.
No
quiero acabar esta reseña sin hablar de la música que, como todo lo demás, funciona
a la perfección alternando temas pop en los momentos más ligeros con otras piezas
que resaltan la tensión, el drama y la emoción cuando es necesario.
En
definitiva, “Your name” es una película llena de aciertos y de buenas decisiones,
quizá la obra con la que Makoto Shinkai, después de muchos años y de varias
películas luchando por erigirse como el nuevo referente de la animación
japonesa post Miyazaki, al fin se ha ganado el puesto. Si tenéis ocasión de
verla (yo vivo en una gran capital y solo la han puesto durante unos días en
dos cines, tirón de orejas para la distribuidora), no os la perdáis. Su tremendo
éxito, en mi opinión, es más que merecido.
Muy buena reseña y muy cierta. Yo la vi dos veces y aun así la segunda la disfruté casi igual que la primera. Eso es merito de lo bien hecha que está. Y por cierto, ya somos dos clásicos e ignorantes.
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Quiero ver esta peli. Mil gracias por esta reseña.
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