Título: Underworld (Submundo)
Editorial: Austral
Idioma: Inglés
Traductor: Gian Castelli
Año de publicación: 1997
Valoración: Imprescindible
Submundo es la undécima novela de
Don DeLillo; según publicó The New York
Times, una de las mejores obras de ficción americana de los últimos
veinticinco años, en concreto la segunda. Uno se acerca a la obra de los
grandes escritores con respeto, pero también con ilusión; en el caso de
Submundo, al igual que con Ruido de fondo,
me ha gustado la experiencia.
Submundo tiene un marco histórico
muy definido, la segunda mitad del siglo XX de Estados Unidos; en concreto
desde 1951 hasta 1992, cuarenta años. DeLillo muestra cómo la sociedad es
moldeada (miedos, deseos,...) por la actualidad (la guerra fría, la muerte de
Kennedy,…). La estructura de la novela es clara: ocho secciones (prólogo y
epílogo y 6 capítulos entre ellos) en orden cronológico inverso desde 1992
hasta 1951, salvo el prólogo (transcurre en 1951) y el epílogo. Estos cuarenta
años están protagonizados por personas anónimas (Nick ―personaje principal―,
Klara y una infinidad de secundarios), pero también aparecen algunas
personalidades públicas (Hoover ―director del FBI en 1951―, Frank Sinatra,
etc.), así como acontecimientos históricos de gran calado (la crisis de los
misiles de Cuba, la guerra de Vietnam…). Estos son los ingredientes, pero la
narración no es lineal sino que, además de los saltos temporales, la atención va
recayendo sobre distintos protagonistas, desentrañando las conexiones
existentes entre ellos conforme avanza la novela, aderezando todo ello con
reflexiones políticas e históricas. De esta forma conocemos lo que hay entre
bambalinas, un submundo que interrelaciona y conecta todo, un sustrato común.
La historia se narra desde múltiples
perspectivas: narrador omnisciente, Nick, Klara… pero este ir saltando de un
punto a otro se ejecuta de una forma fluida, casi natural (alejada de la
estructura rígida de El ruido y la furia, con cuatro partes
claramente diferenciadas para Benjamin, Quentin, Jason y Dilsey). El paradigma
de esta narración es, sin duda, el prólogo El triunfo de la muerte, donde el
cuadro de Brueghel adquiere una especial significación. El prólogo narra el
tercer y último partido de la final de béisbol disputada el 3/X/1951 entre los New
York Giants y los Brooklyn Dodgers. La narración es magnífica. DeLillo trabaja
con todo el estadio, como si fuera un pintor va dando pinceladas aquí y allá: se
centra en el devenir del partido, para saltar a las emociones de los
espectadores, para continuar con la narración del locutor, para enfocar a Frank
Sinatra, para… Esta multiplicación consigue que, efectivamente, parezca que
estás en el estadio sin perder absolutamente nada de lo que acontece. Según
explica el propio DeLillo (1): «El prólogo está escrito en una especie de
superomniscencia. Hay frases que pueden empezar en una parte de la cancha y
terminar en otra. Quería abrir la frase. Es como si les gustara viajar; se
desplazan de la mente de una persona a la de otra». Para mí, el prólogo es de
los mejores textos que he leído; si os gusta el cómo, además del qué, os lo
recomiendo, aunque no acabéis con las novecientas páginas del libro; además, el
prólogo tiene entidad propia, de hecho, se publicó en 1992 como novela corta,
titulada Pafko at the Wall, en la
revista Harper’s.
El prólogo, el epílogo, las
páginas dedicadas al Bronx (adolescencia de Nick) y la sección de artículos
históricos son las que más he disfrutado del libro. Además, los diálogos son
ágiles, verosímiles, vigorosos, con una naturalidad que te transporta al bar
para acodarte con Big Sims y Nick, al desierto para atender la explicación de
Klara, al Bronx para pegar la oreja a la palabrería de Nick con sus amigos. Por
otra parte, la pelota con la que los Giants consiguen el home run ganador es un hilo conductor, más o menos constante, a lo
largo de todo el libro, como si fuera un personaje más se desvela cómo ha ido pasando
de unas manos a otras. A mi modo de ver, tiene un significado importante en el
libro; Nick (su poseedor actual) comenta: «Bueno, tampoco la compré [la pelota]
por la gloria y el drama que entrañaba. No tenía nada que ver con que Thomsom
hubiera logrado un home run. Sino con
el lanzamiento de Branca. Tiene que ver con la pérdida».
Con todo lo que he comentado, no
quiero dar la impresión de que sea un libro fácil. No me lo ha parecido, no es
un libro de playa, más bien de sofá y con la mente despejada. Cómo no, también
tiene sus peros, no hay que olvidar que es un libro de novecientas páginas y,
por tanto, es imposible mantener el atractivo y el interés permanentemente. Algunas
partes me han parecido largas y algo aburridas, pero ¿qué libro de esa longitud
no tiene altibajos? Sin embargo, otras que en un principio pudieran parecer más
tediosas, la sección 5 que trata en mayor profundidad los temas más políticos y
públicos, se lee con verdadero interés, en este caso, más por lo qué está
contando que por la forma.
Submundo es un libro de respiración profunda, para ir degustándolo poco a
poco. Un libro excelente.
EXTRA PARA LOS INDECISOS
- En el artículo The power of the history DeLillo explica cómo surgió la idea del
prólogo y comenta también Submundo; aquí os dejo la portada a la que hace
mención 4/XI/1951 del
New York Times
- Si aún no estáis decididos… mis
últimos cartuchos: Análisis de Martin
Amis y Análisis de Eduardo
Lago
(1) Reportero, David Remnick, Debate 2015
No sé si me animo a leer ahora mismo un libro de 900 páginas que requiera mis 5 sentidos, pero ¡oye! Al prólogo no le haría "ascos". Lo buscaré.
ResponderEliminarPD Más allá del libro, el comentario me parece genial. ¿Te estás especializando no? ;p
Gracias! jajaja... en eso estamos, intentando mejorar poco a poco
EliminarYa nos dirás qué te ha parecido el prólogo, tal vez te animes y termines la novela ;)
Muchas gracias por comentar.
Decir que me gusta como presentas las reseñas. Información muy interesante sin desvelar claves. Gracias. Las 900 páginas me cuestan hace años pero quién sabe. Me apunto a lo del prólogo.
ResponderEliminarGracias!
ResponderEliminarSí, que tenga 900 páginas no es que invite a su lectura... A ver qué opinas del prólogo.
Muchas gracias por comentar