viernes, 4 de noviembre de 2016

Reseña: El castillo de las estrellas

Llevaba tiempo queriendo leer esta obra que hoy os traigo al blog. Fascinado por su estilo y por su ambientación, adquirí el primer álbum hace ya algún tiempo; aunque, sabiendo que la historia quedaba inconclusa y que terminaba en el segundo volumen, esperé pacientemente a la salida de este para leer el primero. No quería quedarme a medias, prefería disfrutarla del tirón. Ahora por fin lo he hecho y puedo decir que ha sido un acierto.

El castillo de las estrellas, de Alex Alice, es un maravilloso mosaico formado por múltiples influencias. Desde los libros de Julio Verne hasta la animación de Miyazaki pasando por el romanticismo alemán, el autor ha juntado en una obra muy personal todo aquello que le fascina, y lo ha hecho con tanto amor ―y se nota― que el resultado es fantástico. Pero dejadme que os ponga un poco en situación.

Portadas de los dos volúmenes que componen la historia en su edición española

Durante el siglo XIX, intrépidos exploradores
alteraron sin parar los límites de lo desconocido.
Ávidos de nuevos descubrimientos,
dirigieron sus miradas hacia las estrellas.

La acción arranca en 1869, una época en que la ciencia avanza acelerada hacia el progreso. El autor nos pone en medio de un contexto histórico concreto: Otto Von Bismarck quiere acabar con la fragmentación del territorio alemán y unificar todos los reinos, ducados y principados en un único "Reich". Y aquí, mezclada con esas pinceladas de realidad, es donde aparece la magia, lo fantástico de esta obra: el “éter”, una energía que, según creen algunos de los personajes, es capaz de trasladarnos a miles de kilómetros en solo unos segundos. Hay, por supuesto, quien busca esta energía con buenas intenciones, por la mera aventura del descubrimiento tan propia de esta época, y quien desea descubrirla con otras intenciones más oscuras.

Naves voladoras, globos, tecnología, antiguas leyendas como la de Perceval (o Parsifal) y los caballeros de la mesa redonda, castillos y reyes se dan cita en este cómic tan especial en el que al final priman claramente don conceptos: fantasía y aventura. De las buenas.

El autor ha escrito un guion emocionante y ágil. La historia avanza sin atropellos ni parones, y aunque a los personajes puede faltarles un puntito de carisma (esto es muy sutil y personal, pero tengo la sensación de que en este cómic hay personajes que han sido creados para hacer ese papel de seres entrañables y a mí no me lo han llegado a parecer del todo), al final el resultado es sobresaliente.

Por citar un pequeño fallo, diré que en ocasiones las secuencias no están del todo bien resueltas y que vemos pequeños saltos en la acción que se hacen un poco extraños para el lector habitual de cómics. Por ejemplo: en un balcón, un personaje corre hacia una barandilla dispuesto a saltar para caer dentro de una nave que viene a rescatarlo y así escapar de los villanos. Sin embargo, vemos en una viñeta al personaje corriendo hacia el balcón y en la siguiente al personaje cayendo ya dentro de la nave, y nos quedamos con la extraña sensación de que nos ha faltado ese instante de vuelo en que el personaje queda suspendido en el aire a medio camino entre el éxito y la derrota. A ese tipo de cosas me refiero. Pasan muy de vez en cuando, pero suponen una pequeña mancha en una narración casi impecable.

La influencia de la animación japonesa, y en concreto del genio Miyazaki y sus películas con el estudio Ghibli, es innegable. Se nota tanto en la estructura de la historia como en el plantel de personajes y en sus motivaciones, por no hablar de la ambientación y el gusto por las máquinas voladoras. Aquí todo respira un aire muy de “Nausicaa” y de “Laputa, un castillo en el cielo”, y esa es, a mi parecer, una de las grandes bazas de “El castillo de las estrellas”.

Por último, hay que hablar del dibujo, aunque no hará falta que me extienda mucho con este tema. Es toda una delicia, así de claro, mezcla de influencia japonesa con la tradición del cómic francobelga. Aquí también se aprecia claramente la fascinación del autor por Hayao Miyazaki: en los tonos pastel, en el diseño de personajes (el chambelán no puede ser más propio del director japonés) y en el gusto con el que recrea los impresionantes castillos y las fantásticas naves voladoras que aparecen en la historia. Tiene composiciones de página verdaderamente originales, artísticas, dinámicas, y siempre muy bellas. Tan pronto te encuentras una página llena de pequeñas viñetas como pasas la página y ves un inmenso dibujo que ocupa casi dos, consiguiendo así que el ojo no se acostumbre a nada y que todo resulte siempre fresco y dinámico. No hay mucho más que decir al respecto: creo que las imágenes que os dejo acompañando a esta reseña hablan por sí solas.

Concluyendo:

“El castillo de las estrellas”, de Alex Alice, es una obra que no os debéis perder a poco que os guste el cómic, y muy especialmente si adoráis las historias retro-futuristas, los relatos de Julio Verne y las primeras películas del estudio Ghibli. Hay aventura, descubrimiento y magia, y todo ello presentado con un dibujo bello hasta decir basta. Por último, decir que, aunque la historia concluye en el segundo volumen, el autor deja abierta la puerta a más historias en este mundo y con estos personajes. Si van a ser tan buenas como esta, ojalá no tarden mucho en llegar. Os dejo con una frase que aparece en las promociones de esta historia y que resume muy bien el espíritu de la misma:

No sabían que era imposible, así que lo hicieron.

¡Hasta la próxima!

Título: El castillo de las estrellas
Autor: Alex Alice
Editorial: Norma editorial
Precio: 18€ cada volumen
Año de publicación: 2015 - 2016
Valoración: Muy recomendable



2 comentarios:

  1. Lo apunto en mi lista de lecturas pendientes e insoslayables. Gracias, Raúl.

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  2. Me has abierto las ganas de leerlo y disfrutarlo. Tienen muy buena pinta la imágenes y que parta de ideas el XIX me encanta. Yo diría que lo has disfrutado. Bien creado el interés sin desvelar casi nada. Gracias.

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