lunes, 9 de abril de 2018

Hoy no me abrí



Hoy me estuve llamando un rato y no me abrí.

No me sorprendía encontrarme allí, subido al escalón de la entrada, esperando que yo mismo me abriera. ¿Quién si no uno tiene más derecho a llamar a su propia puerta? ¿Quién sino uno tiene el derecho de llegar de visita a la hora que le apetezca? Y es que nos visitamos tan poco que llegamos a olvidar el proceso de llegada, espera y entrada. Y me debía una visita, la verdad es que me la debía.

Pero hoy me estuve llamando y no me abrí.

Y eso que no aporreé el portero como esos chavales que, de prisa, quieren que les abras antes de haber tocado. No insistí porque sabía que no me gustaba. Un simple toque, con la duración adecuada, era mas que suficiente. Luego la supuesta corta espera, acercando el oído al interfono. Pesaban las bolsas del Mercadona así que las apoyé en el escalón y esperé. La seguridad que empieza a temblar conforme pasan los minutos me llevó a pensar qué me podía estar pasando que no me abría ya. Me impacienté pero confié en mi mismo, como no podía ser de otra manera.

Pero no me abrí hoy, hoy no me abrí.

Pulsé de nuevo pasados unos minutos. El tiempo necesario para salir del baño o terminar la conversación, dos de los motivos que se le pasan a uno por la cabeza cuando se hace esta espera. No cabía la siesta, no era la hora y sabía que me estaba quitando. Ya había pasado también aquella época en que, en los días malos, prefería hacerme el no presente quedándome quieto a más no poder hasta estar convencido que el visitante inesperado se había marchado. A propósito, ¿por qué será que nos causa zozobra no abrir la puerta cuando llaman y estamos dentro?, ¿por qué extraña razón, si el que está fuera no puede vernos ni sabe si estamos o no? Alguna recóndita culpabilidad nos impulsa a responder a la llamada, imagino.

Pero hoy me estuve llamando y no me abrí.

Imaginé una y mil causas. La mente prolífica se expande cuando toca una espera a su vez inesperada. Pesaban las bolsas y apoyadas en el estrecho escalón prometían una caída segura sobre la acera. Es curioso, me dio por pensar, que sea cual sea la combinación de compras que uno haga, sea como sea la colocación, si se va suficientemente cargado, la bolsa apoyada en el suelo siempre volcará al lugar opuesto al que esperamos, que suele coincidir con aquel que facilita que cualquier cosa se desparrame. Está demostrado, pueden hacerlo. De hecho, estoy convencido de que fue en este en lo que se basó Newton para formular su ley de la Gravedad. Compren si quieren durante diez días lo mismo. Lo mismo hasta el más mínimo detalle. Métanlo en la bolsa del supermercado de todas las maneras que se les ocurra, ojo que tienen  que ser de esas que no se separan de ninguna manera y que están especialmente pensadas para que los que compramos solos atasquemos la fila de la caja. Cárguense lo suficiente, eso sí, una sola bolsa ligera no sirve. Apoyen, tengan el valor de apoyar la bolsa en cualquier superficie horizontal, y verán que, sea la que sea la forma en la ordenaron las compras, la bolsa derivará hacia el lado opuesto al que les interesa. Pruébenlo.

La tercera insistencia sin respuesta me hace preocupar mucho más. Estoy convencido de que estoy arriba. ¿Dónde voy a estar a estas horas de la tarde? Existe un poco de desesperanza cuando la puerta de destino no se abre o, peor, cuando no se encuentra respuesta aunque luego no llegue a abrirse. Parece, cuando ocurre, que uno se ha trasladado a la China a hacer la visita. Siente como si no existiese ya otro lugar en el mundo. Como si, en este caso, no pudiera uno sentarse en un bar a tomarse una cervecita o como si no hubiese otro destino. Miré insistentemente el cuadro del portero, confiando que la mirada intensa atraería la respuesta.

Pero no fue así, hoy no me abrí.

A saber dónde me habré metido o el por qué hoy no quiero abrirme. Terminaré entendiéndolo, qué duda cabe, pero por el momento me asalta un cierto desconsuelo. No cabe otra que escoger otro destino aunque en este caso el destino no importe porque tarde o temprano tendré que abrirme. No puedo imaginarme dejarme esta noche durmiendo al raso.

Una última llamada que se hace como para cumplir con el protocolo, con la esperanza de que finalmente aparezca una voz que, aunque acelerada, te abra por fin la puerta. Siempre cabe haber llegado justo cuando empezaba a ducharme. Pero en este caso el argumento se desinfla por sí mismo al recordar que me di la ducha media hora antes de salir.

Me llevé la llave, desde luego, pueden haberse estado preguntando. Pero no era hoy cuestión de irrumpir en casa sin previo aviso. Hay confianzas que, a veces, no puede uno tomarse ni con uno mismo. Quizá tan solo necesite un poco de tiempo. Ya con la llamada debo estar sobre aviso.

Viendo que la tarde todavía brilla de azul oscuro, recojo las bolsas volcadas y me voy a dar una vuelta. Volveré más tarde, que seguro que termino por abrirme.

Pero no olvidaré que hoy me estuve llamando y no me abrí.

 

martes, 16 de enero de 2018

RESEÑA: MOLLY´S GAME

Molly´s Game.
Dirigida por Aaron Sorkin.
Guión de Aaron Sorkin.
Nota 8.5.

Esta película es el estreno como director del conocido guionista Aaron Sorkin. Por ello, debo hablar no solo de la “película en sí”, sino en cómo ha sido llevada a cabo.
Se ha considerado por la crítica como la primera película que de verdad trata de póker, pero va mucho más allá.
Basada en un hecho real, Molly´s Game, nos cuenta la historia de una mujer entrenada (desde niña) para llegar a lo más alto, para destacar, empujada por la exigencia de su padre y la presión de verse minimizada ante sus dos hermanos. Esa extraordinaria mujer creció teniendo que demostrar lo que valía, una y otra vez (tal vez por un complejo creado, a medias por ella misma y por los que la rodeaban).
Con una pequeña oportunidad, y tras verse traicionada por algunas personas (que no os cuento) Molly consigue el título de “La Princesa del Póker” Una mujer en un mundo de hombres, que fue encumbrada a lo más alto y también arrastrada por los suelos (en más de un sentido). Molly se caracterizó por su lealtad y su discreción ya que se niega a dar los nombres de las personas que acudían a sus partidas de póker, pero a pesar de ello y empujada por las circunstancias escribe un libro (libro que sirve de base a esta película) donde relata su vida cambiando los nombres de todos los que aparecen en él (o casi) El guionista nos trae constantemente a colación el libro de “El Crisol” como reflejo de la actitud de la protagonista. (Lectura que por otro lado os recomiendo) Y hasta aquí puedo leer (Ruperta).

Una actuación brillante por parte de Jessica Chastain, que le ha procurado la nominación al globo de oro por esta película (aunque finalmente no se lo llevó) hecho que no me sorprende puesto que se está revelando como una de las mejores actrices de Hollywood en estos momentos. (Os recomiendo ver “El caso Sloane” o “La noche más Oscura”) Y una interpretación, más que respetable, de Idris Elba, que encarnará el contrapunto de esa vida llena de excesos que le presenta Molly cuando va a pedirle que la represente en un procedimiento judicial.
Si sois (como yo) fans de este guionista no os sorprenderá, ni el método ni la forma de contar la historia. Es un relato ágil, a pesar de tener largos y cínicos diálogos (tan característicos de sus películas: “Algunos hombres buenos, La Red Social (Facebook), Moneyball y Steve Jobs o de sus series: Estudio 60, Newsroom, El Ala Oeste de la Casa Blanca…) Siendo, en este sentido, destacable el gran “monólogo/discurso” de Idris (llegado el momento).
Las largas secuencias grabadas en un solo plano en el que salen y entran, constantemente, personajes, le dan una rapidez a la cámara que parece haber aprendido de su amigo, el director  Thomas Schlamme. A pesar (o gracias a ellos) de los saltos temporales en el desarrollo de la historia, en ningún momento se vuelve farragosa, y es fácil e interesante de seguir. Tal vez algo moralista en algún momento, pero nada imperdonable.
Mención especial para Kevin Costner (sí, así como le leéis) que no siendo un actor que pueda decir que me “embelese” reconozco que en una escena concreta de la película hizo una gran interpretación.

Si tenéis la oportunidad yo no me la perdería.

domingo, 3 de diciembre de 2017

Reseña: "Voces de Chernóbil", de Svetlana Alexiévich


Autora: Svetlana Alexiévich
Editorial: Debolsillo
Traductor: Ricardo San Vicente
Año de publicación: 2016
Valoración: Muy recomendable

A Svetlana Alexiévich, sinceramente, no la conocía antes de que le otorgaran el Premio Nobel 2015, recuerdo que las críticas fueron muy elogiosas y, de forma general, reconocían lo merecido del galardón. Desde entonces tenía pendiente la lectura de algún libro suyo, aquí comento el primero que he leído, sé que no será el último (de hecho, acabo de comprar Últimos testigos).

Voces de Chernóbil no es un libro para leerlo de una sentada ni para esa época que estás dudando de la bondad ser humano, mejor monólogo a monólogo y en los días que estés de humor para escuchar cómo el poder soviético gestionó mal (a conciencia) la catástrofe de Chernóbil y, aún así, hubo personas que arrimaron el hombro sospechando que eran engañadas, pero su generosidad, entre otros motivos, les llevó a entregar su futuro, sus vidas. Svetlana, en una entrevista a sí misma incluida en el libro, nos comenta la obra: «Este libro no trata sobre Chernóbil, sino sobre el mundo de Chernóbil. […] me dedico a lo que he denominado la historia omitida, las huellas imperceptibles de nuestro paso por la tierra y por el tiempo. […] Intento captar la vida cotidiana del alma. La vida de lo ordinario en unas gentes corrientes. Aquí, en cambio, todo es extraordinario: tanto las inhabituales circunstancias como la gente, tal como les han obligado las circunstancias, elevándolos a una nueva condición al colonizar este nuevo espacio. Chernóbil para ellos no era una metáfora ni un símbolo, era su casa.»


Svetlana confecciona el libro recopilando las voces de distintas personas que estuvieron, directa o indirectamente, relacionadas con la catástrofe que se produjo el 26 de abril de 1986: periodistas, el presidente de la Fundación Para los Niños de Chernóbil, maestros, residentes de la zona prohibida, un médico rural, liquidadores, una doctora, padres de niños de Chernóbil, soldados… Esta variedad ofrece una visión caleidoscópica de cómo se sufrió el accidente y de las secuelas que produjo. El libro como memoria oral.


Las voces son estremecedoras, maldicen cómo en la mayoría de las ocasiones mandaron  a los equipos sin protección (o con simples mascarillas) y sin dosímetros, narran qué sintieron cuando tuvieron que abandonar sus pertenencias, susurran las dolencias y las ausencias padecidas, muestran la escasa información y descoordinación que hubo… Además del qué, sobrecoge el cómo lo cuentan, con una dignidad y entereza que, a veces, te exaspera ya que se les mintió directamente acerca de la catástrofe y, aún así, algunas voces apelan a la patria, al “carácter soviético”. Además, a lo largo del libro se destila cómo actuó el estado: ocultaron la magnitud de lo ocurrido, retiraron de las bibliotecas los libros sobre radiaciones, rayos X e Hiroshima, los comisarios políticos supervisaban la moral y comentarios de los que se afanaban en la contención, el teléfono se cortaba misteriosamente al hablar sobre el accidente…


Las voces son eso, ni más ni menos, monólogos no interrumpidos por Alexiévich, el fluir continuo de esas voces provoca que la confesión te atrape aún más, sientes que te lo cuentan a ti en una cálida confianza. Las voces son las protagonistas, sí, pero también sus silencios, los tres puntos suspensivos a veces provocan que te imagines el rostro jodido del que nace el recuerdo:

«Mi niña… Mi niña no es como los demás. Y cuando crezca me preguntará: ¿Por qué no soy como el resto? Cuando nació… No era un bebé, sino un saquito vivo, cosido por todos lados, sin una rendija, solo con los ojos abiertos.» 

A pesar de todo, y aunque parezca increíble, también hay hueco para los chistes, una de las pocas armas que pudieron esgrimir en la catástrofe. Y para el amor, aunque truncado por la radiación, primer y último monólogo del libro (ambos titulados ‘Una solitaria voz humana’). Entre ambos, todas las voces están dividas en tres partes, cada una de ellas compuesta por monólogos y terminada con un coro de voces, como en las tragedias griegas. En el epílogo queda claro que no hemos aprendido nada: «Visiten La Meca nuclear. Y a unos precios moderados.»

Un libro áspero, duro de leer, pero que merece la pena para intentar aprender, como en otras catástrofes y guerras, tanto del abuso del poder como de la generosidad y el heroísmo de algunas personas corrientes.



EXTRA PARA LOS INDECISOS
Para animar a leer a esta escritora, sea este o cualquier otro libro, y dado que en esta corta andadura del blog es el primer libro que reseño cuyo autor ha sido reconocido con el Nobel, es interesante leer los argumentos para el Nobel: Anuncio del Premio Nobel 2015 a Svetlana Alexiévich


Y aquí os dejo lo que se está convirtiendo en un clásico, un enlace (de la propia editorial) para que podáis leer algunas páginas Una solitaria voz humana


domingo, 5 de noviembre de 2017

Reseña: "Cicatriz", de Sara Mesa

Autora: Sara Mesa
Editorial: Anagrama
Año de publicación: 2015
Valoración: Recomendable


Perseguir a tu futuro fatiga; sobre todo, cuando es proyectado por tu Pigmalión y, además, es ajeno a ti. Pero, ¿qué podemos hacer con ese genoma que compartimos en más de un 97% con los orangutanes? Nada; bueno sí, abalanzarnos tras la banana proyectada y, una vez que presente y futuro se solapan, disfrutar de la transformación sufrida y tan verdaderamente ansiada por nosotros. 

El párrafo anterior podría ser la explicación que Knut ofrecería sobre su influencia en la pulsión creadora de Sonia, ambos protagonistas de ‘Cicatriz’; novela sobre la identidad (y su enmascaramiento) virtual y real, la @tracción/@versión y la dependencia.

Knut y Sonia se topan en internet. A través de las conversaciones vía email y los regalos que le remite, Knut va cincelando a Sonia interiormente, sin oposición intelectual, y exteriormente (desnudándola para vestirla) hasta que las astillas despedidas por la futura Galatea percuten en Knut, estableciéndose una relación boomerang con tintes sadomasoquistas. 

Ambos personajes son tangibles y creíbles pero Sonia, con sus dobleces e inseguridades, es más carnal que Knut, que presenta un carácter paradigmático como persona obsesiva y fetichista. El resto de personajes son el atrezo para justificar la doble vida que se impone Sonia.

¿Cuál ha sido la última novela en la que no has sentido empatía por ningún personaje?... Para mí no ha sido fácil encontrar la anterior a Cicatriz. La trama te mantiene expectante aunque con un desapego absoluto por Knut y Sonia. Yo prefiero sentirme más implicado, pero reconozco el mérito de atrapar al lector a pesar de no sentir afecto por ninguno de sus protagonistas (tal vez sea un efecto premeditado de Sara Mesa). Sin embargo, con el ánimo de mantener la tensión, se reiteran situaciones (robos y envíos de Knut; tanto robo sin que sea detenido parece poco creíble) que no aportan información adicional sino que se acumulan con las ya contadas. La narración, como si estuviera infectada por un virus internáutico, no es cronológica, sino desordenada, lo que permite al lector ir apuntalando la historia y, al tiempo, captar su atención aportando información a tras mano (recurso que no resulta tramposo); si acaso, me parece innecesaria la acotación temporal en los títulos de algunos capítulos.

Cicatriz, un libro que muestra un enfoque muy actual de nuestra sociedad cada vez más virtual, donde nuestro futuro, distorsionado por la verdad, la posverdad y la mentira, ha dejado, en parte, de ser nuestro.


EXTRA PARA LOS INDECISOS
En la página de la propia editorial podéis encontrar no una ni dos, sino un montón de reseñas reseñas del libro, pero ya tenéis esta, ¿no? ;) Por eso, os recomiendo leer algo del libro, en concreto, el Capítulo 0 (enlace de la propia editorial)

miércoles, 4 de octubre de 2017

Reseña: "El cine según Hitchcock", de François Truffaut

Autor: François Truffaut
Editorial: Alianza Editorial
Traductor: Ramón G. Redondo con la colaboración
Miguel Rubio, Jos Oliver y Ricardo Artola (cap. 16)
Año de publicación: 2016
Valoración: Imprescindible (cinéfilos)

Estamos de enhorabuena, costó contactar con él, pero lo conseguimos: ¡hemos entrevistado a Alfred Hitchcock! Lo primero, por supuesto, agradecerle que haya tenido a bien atender a este pequeño blog, y lo segundo aclarar que he     ‘limpiado’ la entrevista de onomatopeyas e improperios emitidos por mí ante los ruidos extraños, apagones de luz, ventanas abiertas… 

El hitchbook, como lo llamaba Truffaut, es una lectura imprescindible para los amantes del cine, también disfrutarán los apasionados de la pintura o de la lectura; no solamente es una reivindicación de la figura de Hitchcock, sino un monumento a una pasión: el cine. Sin más, os dejo con la entrevista.

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Javier CF: …Buenas noches, muchas gracias por atender a Basado en Cuentos Reales.

Alfred Hitchcock: Lamento haber entrado algo más tarde, pero se empeñan en contactar conmigo para preguntarme por Elvis, ya sabe la polémica… Usted quería hablar del libro de Truffaut, ¿no es así?, ¿qué le ha parecido?

JCF: Me ha entusiasmado. Por una parte, porque es muy exhaustivo, en la conversación que mantienen usted y Truffaut comentan en mayor o menor medida todas sus películas hasta 1962, cuando lo entrevistó a lo largo de unas cincuenta horas; además, también habla de los encuentros puntuales, incluso cartas, de años posteriores…

AH: Sí, así se pensó desde el principio. Truffaut me planteó, no sé en qué fecha lo hizo, contestar unas quinientas preguntas sobre mi carrera, pero analizada cronológicamente. Creo recordar que lo tenía todo muy bien estructurado…

JCF: Así es, para cada película charlaron sobre las circunstancias que rodearon su nacimiento, la elaboración del guión, los problemas de la puesta en escena y la estimación personal del resultado comercial y artístico respecto a las esperanzas iniciales.

AH: Así dicho, no parece un libro muy atractivo, parece demasiado aburrido.

JCF: No, ¡qué va! Se tratan esos puntos, pero no de una forma encorsetada. Su lectura es muy amena y enriquecedora; explica qué pretendía en ciertas escenas, el porqué del enfoque en determinadas tomas… Y, como le decía, el otro motivo por el que me ha entusiasmado el libro es por la honestidad de los comentarios; honestidad que es extraño encontrar, no solo en artistas sino en personas que desempeñen cualquier otra profesión de menos notoriedad.

AH: ¿A qué se refiere?

JCF: Bueno, tanto Truffaut como usted comentan sin ambages lo que no les gusta o lo que no les convence de las películas.

AH: Claro, claro… como en Atormentada, ¿no?, donde me equivoqué al pensar que contar con Ingrid Bergman era capital.

JCF: Sí, esa es una autocrítica que no todo el mundo sería capaz de hacer. Por otra parte, el análisis cronológico permite apreciar la evolución de su cine y comprobar cómo el planteamiento, que en muchas películas es el mismo, ha sido pulido con el paso del tiempo; aunque, por supuesto, ha realizado filmes que se alejan de esa idea común, como por ejemplo, Pero… ¿quién mató a Harry?

AH: Esa película es peculiar, elegí yo el tema y la rodé con mucha libertad, pero al finalizar, nadie sabía cómo explotarla, pero ¿qué decía del planteamiento?

JCF: Me explicaré mejor. Como se ilustra en el libro, muchas de sus obras presentan un mecanismo parecido, el del falso culpable: un personaje que es acusado, generalmente, de un asesinato que no ha cometido, debe encontrar y desenmascarar al verdadero culpable. Algo así como si se intercambiaran los papeles, ocurre en Inocencia y Juventud, Atrapa a un ladrón, Extraños en un tren…

AH: Sí, y permítame la broma, algo parecido a lo que está ocurriendo en esta entrevista: el entrevistador entrevistado. Hablando en serio, para algunos críticos todas mis películas se parecen, sin embargo, para mí, cada una de ellas representa una cosa nueva.

JCF: En verdad, esa especialización en un tipo de película (en su caso, el falso culpable) creo que puede apreciarse en otros directores.

AH: Sí, claro, algunos a los que he sobrevivido y otros a los que no, como Woody Allen, los Hermanos Marx… Volviendo a mi personaje de entrevistador, antes de leer el libro, ¿había visto todas mis películas?

JCF: La verdad es que no… había visto las más famosas. Creo que, aún conociéndolas todas, no diría que sea un libro para leer de una sentada, como una novela. Sino poco a poco, conforme se van viendo las películas, al menos así lo he hecho yo. Para terminar, e imitando a los que saben de periodismo, vuelvo al principio de nuestra conversación, ¿Elvis está vivo?

AH: …lamento decírselo, usted no se preocupe, me temo que pronto conocerá la respuesta por usted mismo…

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Hasta aquí la entrevista, espero que el humor de las películas de Hitchcock haya salido a relucir en esta última respuesta.



EXTRA PARA LOS INDECISOS
En esta ocasión, y en consonancia con el libro reseñado, os dejo un resumen de RTVE del documental Hitchcock/Truffaut (Kent Jones, 2015) que toma como eje El cine según Hitchcock.

viernes, 8 de septiembre de 2017

Reseña: "La línea de sombra", de Joseph Conrad


Autor: Joseph Conrad
Editorial: Cátedra
Traductor: Ricardo Baeza
Valoración: Recomendable

Año de publicación: 1985 


Cada uno tiene sus filias, Conrad es una de mis debilidades. Mientras leo sus libros, no sé por qué, me siento en esa adolescencia/juventud en la que apenas lo hice, es un efecto extraño, pero reconfortante. Cuando leí, no recuerdo en qué libro o artículo, el párrafo siguiente:

«Las sombras se alejaron de mí en silencio. Aquellos hombres no eran ya sino los fantasmas de sí mismos y su peso sobre una driza tal vez no fuese mayor  que  el de un grupo de fantasmas. En verdad, si jamás fue ceñida vela alguna por efecto de una simple fuerza espiritual, ésta lo fue, pues, hablando con propiedad, no había bastantes músculos para ello en toda la tripulación, y menos aún en el mísero grupo que formábamos sobre cubierta.»

No necesité más para desear zambullirme en esta historia, para querer saber qué había ocurrido hasta llegar a esa desoladora estampa. A los pocos días me compré La línea de sombra.

Conrad (1857-1924) me atrae no únicamente por su literatura, sino también por cómo gobernó su vida. Desde los dieciocho años hasta los treinta y siete estuvo enrolado en el mar, empezando como aprendiz y llegando a capitán. En 1889 comenzó a escribir algunas anotaciones que terminarían siendo su primera novela, La locura de Almayer (1895); aunque antes únicamente había escrito cartas, en su hogar sí había una tradición literaria, su padre tradujo, entre otros, a Shakespeare o Víctor Hugo. En 1894, tras decidir quedarse en dique seco, Conrad no se olvidó del gobernalle ni de sus peripecias marineras, las experiencias acumuladas en el mar las rescató para algunos de sus libros. Marinero y escritor. Dos vidas en una.   

La línea de sombra (1916) arranca con la decisión de un joven de abandonar el mundo de la marinería en la que estaba bien considerado. Justo después le encargan, y acepta, ser capitán de un barco; previamente, ha desarbolado una conspiración para escamotearle dicho encargo. Durante la travesía tiene que superar una serie de circunstancias que le hacen cruzar la línea de sombra, el paso de la juventud a la madurez. Conrad escribió el libro cuando se estaba luchando en medio mundo, por eso, dedica el libro a su hijo, Borys, que combatió en la Primera Guerra Mundial y «a todos aquellos que como él han cruzado en su juventud temprana la línea de sombra de su generación».

La historia, narrada en primera persona, salta de un escollo a otro, aunque en ocasiones se hace algo lenta, quedándose al pairo. Puede dividirse en dos partes, la primera abarca hasta que contratan al joven como capitán (un tercio del texto), y se muestra su juventud: ingenuo, seguro de sí mismo y orgulloso. En la segunda parte se narra el periplo, ya como capitán del barco, en el que el protagonista alcanza la madurez. En el transcurso de la navegación le sobrevienen los mayores reveses, gracias a ellos averiguará de qué pasta está hecho, descubriendo su identidad. Este tema de reconocer realmente quiénes somos, de que la vida nos revele nuestro verdadero yo, es recurrente en algunas de las obras de Conrad en las que, repentinamente, hay un giro de timón, una bifurcación en la que el protagonista debe elegir, la decisión retrata a la persona. Este libro, como otros de Conrad, tiene una parte autobiográfica sustancial, en este caso, se trata de una recreación novelada de unos hechos que vivió en 1888, cuando se hizo cargo del velero Otago, su primer mando.

En las obras de Conrad que he leído, junto al protagonista suele haber otro personaje, aglutinando ambos la mayor carga de la novela: Marlow/Kurtz en El corazón de las tinieblas, Jim/Marlow en Lord Jim, D`Hubert y Feraud en El duelo…, la relación entre los miembros del dueto puede ser de contrapunto, complementarios, enemigos… En La línea de sombra esta pareja está más difuminada y la ampliaría a tres, el joven capitán (innominado), Burns y Ransome (cocinero), para no destripar el libro, no desvelo qué relación se establece entre ellos.

En esta obra es destacable cómo se define el perfil psicológico de los personajes; el lector presencia la evolución del carácter del joven capitán, pero al contrario que en otras obras de Conrad no se muestra una persona tan poliédrica, contradictoria y compleja. El estilo, siendo Conrad, es más directo y sencillo, una historia evocada pero lineal cronológicamente, no abundan los párrafos extensos con acotaciones y puntualizaciones entre comas, las subordinadas que matizan o las digresiones que existen en otras obras, tampoco los saltos temporales en la narración. Este libro es, en estos aspectos, menos profundo que sus obras más emblemáticas. Hay que tener en cuenta, por una parte, que pertenece a la última etapa del escritor, publicada en 1916, lejos, por ejemplo, de El corazón de las tinieblas y Lord Jim, publicadas en 1899 y 1900, respectivamente. Por otra parte, en La línea de sombra está explícito el objeto de la narración, el paso de la juventud a la madurez, no así en otras novelas en las que hay que desenmarañarlo.

A las personas que no les atraigan las historias marineras, les animo a leer este libro ya que el mar es, únicamente, el atrezo en el que el joven capitán es puesto a prueba; y, a los que les apasionen los ambientes náuticos, además, les animaría a leer El espejo del mar, homenaje de Conrad a los configuradores de su carácter, tal y como confiesa en el prólogo, «al mar imperecedero, a los barcos que ya no existen y a los hombres sencillos cuyo tiempo ya ha pasado». Por cierto, Conrad incluyó una ‘Nota del autor’ en muchas de sus obras (hay un libro que las recopila), la nota de La línea de sombra aconsejo no leerla puesto que desvela parte de la trama, la añadió a posteriori contestando a ciertas críticas e interpretaciones.

En resumen, La línea de sombra es una obra estupenda para iniciarse en Conrad, y para los que ya lo conozcáis es un muy buen contrapunto a obras más simbólicas y oscuras, como El corazón de las tinieblas, Lord Jim o Nostromo.

lunes, 31 de julio de 2017

Reseña: "Momentos estelares de la humanidad", de Stefan Zweig

Autor: Stefan Zweig
Editorial: Acantilado
Traductora: Berta Vias Mahou
Valoración: Bastante recomendable (mucho para amantes de la historia)
Año de publicación: 2002

Stefan Zweig (1881-1942) fue un escritor judío nacido en Viena; en 1939 inició su exilió, llegando a Brasil en 1941, donde se suicidó al año siguiente. En su época fue un escritor muy reconocido tanto por la crítica como por el público, de hecho, Momentos estelares de la humanidad (1927) vendió, hasta final de 1930, unos 250.000 ejemplares (1).

Este libro, reeditado en 2002 por Acantilado, narra catorce momentos que, de una forma más o menos decisiva, marcaron el devenir de la historia; el periodo que abarca es muy amplio, en concreto desde el 44 a. C. hasta 1919. Partiendo de los hechos históricos, Zweig relata qué pudo haber pasado en los huecos no registrados, nos lo muestra de una forma instructiva, amena y cercana, como si hubiera estado realmente allí. Al ser hechos inconexos los que componen el libro, recomendaría no leerlo del tirón, como si de una novela se tratase, creo que merece la pena dejar un tiempo entre cada una de las catorce historias.

Los acontecimientos rescatados no son los catorce que enumeraríamos por su importancia histórica, pero sin duda son, tal y como señala Zweig en el prólogo, « […] momentos preñados de fatalidad, en los que una decisión destinada a persistir a lo largo de los tiempos se comprime en una única fecha, en una única hora y a menudo en un solo minuto, son raros tanto en la vida del individuo como en curso de la Historia». Los momentos que alumbra son muy variopintos: la caída de Bizancio, el primer tendido de cable telegráfico que unió Europa y América, etc; además, enriquece el libro no empleando únicamente el relato como género literario, nos muestra la huída de Tolstoi como una pieza de teatro y el indulto a Dostoievski en verso. Hay que tener en cuenta que no relata con todo detalle lo acontecido (sería imposible); por ejemplo, en la aventura de Scott no narra todas las penalidades y adversidades que sufrieron, más aún si se compara con libros específicos como El peor viaje del mundo, sin embargo, ofrece apreciaciones muy interesantes: «Su estilo [el de Scott], claro y correcto, emocionante al consignar los hechos, pero sin imaginación, como un uniforme».

Todos los momentos tienen una gran carga emocional, la mayoría de ellos te hacen vibrar; aunque algunos, como el de Goethe o Rouget, me parecieron algo más fríos. Zweig no nos hace experimentar únicamente lo vivido por los que tuvieron éxito sino que también nos muestra el error de Grouchy en Waterloo, la muerte de Scott tras ser superado por Amundsen o el fracaso del presidente Wilson al final de la primera guerra mundial. Un libro que he disfrutado mucho y que gracias al variado abanico de acontecimientos puede atraer a todo lector y, especialmente, a los que les guste la historia.

(1) Deutsche Gesellschaftsgeschichte, Hans-Ulrich Wehler, C.H. Beck 2008