“He conocido a alguien, se llama Carlos”. Estábamos en un
bar pequeño y a Raúl se le escapaban notas musicales por el bigote al sonreír. Empezaban,
tímidas, las primeras notas de una melodía.
Mientras, me han contado que a Carlos le asomaban sonrisas
de niños a los ojos y a las orejas. La camiseta adecuada, un café en casa y
besos con urgencia.
Las notas de Raúl empezaron a hacerse mayores, a sonar más
fuertes, se le colaron en el corazón, se le mezclaron con letras. Y todos sabemos
lo peligroso que es que las notas musicales se mezclen con las letras. La melodía
se convirtió en canción.
Un día, estábamos cenando en la croquetería, y a Raúl se le
coló una risa de niño turquesa en lo que estaba contando. Nosotros nos miramos,
en aquel momento no entendimos nada.
A Carlos se le empezaron a reír las tardes, los sábados, las
manos. Empezaron a llenársele los recreos de colores, las tutorías de juegos.
También me han contado que a Carlos se le escapó algún do y algún re mientras daba clase, pero, los niños, como son muy listos, no
necesitan entenderlo todo y no preguntaron.
Un día quedaron para cenar. Las notas musicales se
equivocaron de boca y las risas se equivocaron de nombre. Las escalas musical y
cromática se fueron a vivir juntas.
Cuando llegó Carlos, en la casa habías fas por las esquinas, soles
por el sofá, mis entre las sábanas.
Pero, además, Carlos trajo un saco de verdes, rojos y amarillos. Colocó el verde
mar en el salón, el azul oscuro en la cocina, el rosa palo en el cuarto del
final de pasillo.
Poco tiempo después, para un aniversario, Raúl le escribió
un relato serio con música de fondo a Carlos; Carlos le regaló a Raúl un dibujo
hecho en el cole, con plastidecor y carcajadas infantiles.
La risa de los niños se enamoró de la música. La música, los
colores y las sonrisas los ha traído de la mano a este jardín, y con ellos a
nosotros. Gracias por compartirlo.
Un soplo de alegre melodía, un relato de notas y colores; gracias por la sonrisa.
ResponderEliminarestas perdida poeta....
ResponderEliminarme encantan tus letras
Muy poético, Isabel.
ResponderEliminarMe emociona el final, por la referencia al día maravilloso que compartimos con los protagonistas de tu cuento. Fue de esos que se atesoran en la cajita de recuerdos que todos tenemos en el corazón.
Un abrazo y cuarto.